jueves, 9 de julio de 2020

EL COMERCIO AMBULATORIO COMO CONFLICTO SOCIAL



Recuerdo que en mi infancia a modo de broma preguntaban ¿Qué está haciendo una manguera en la esquina?, y de hecho no estaba regando el parque, la respuesta era “vendiendo mangos”. De la misma forma me pregunto ¿Qué hace un ambulante en el gramado de un parque, que no vende dulces o viandas?, pues perdiendo el tiempo. Y es que hay que considerar algo muy importante la venta ambulatoria es un negocio oportunista que se localiza dónde puede interceptar un flujo de clientes.
El ambulante como su mismo nombre lo dice “ambula” y lo hace en busca de sus clientes. Se trata de comerciantes que desplazan su mercadería a los lugares donde más ventas pueden tener. Si vemos que coinciden en algún lugar es porque un flujo de clientes los atrae. Enviarlos a un coliseo, un parque o una plaza, no tiene ningún sentido, en tanto en ese lugar no exista un flujo de clientes, y eso se debe a la forma en que está planteado su negocio. Si se les ofrece un lugar lo más probable es que pongan un familiar para no perder el sitio y siga siendo ambulantes como siempre.
El ambulante tiene poco capital, por lo que necesita dar la mayor rotación posible a su mercadería para sobrevivir. La gran parte de los ambulantes salen de sus hogares con la expectativa de vender todo en una jornada.
El ambulante por lo general tiene poco stock, en todo caso puede ser abastecido por un almacén. Por tanto, no va a llenar una tienda o un local comercial.
El ambulante vive del diario, se dice que “si no vende, no come”, o rápidamente se descapitaliza, por lo que sale diariamente, y dejará de hacerlo si surge otra actividad económica que le resulte más atractiva.
El ambulante vende lo que el mercado demanda y puede rápidamente cambiar de rubro si su producto no se vende bien. Por eso necesita información de mercado, y la busca continuamente.
El ambulante busca a sus clientes, en lo flujos urbanos, por lo que se encuentra en paraderos, mercados, zonas comerciales, en la puerta de centros de trabajo, universidades y colegios. Y siempre buscará un lugar apropiado para interceptar a sus clientes.
Algunos ambulantes están especializados, lo que los hace más fáciles de formalizar y ubicar en puntos de la ciudad, como los vendedores de periódicos y de alimentos.
Hay que agregar a todos esto que es un trabajo duro, y lleno de privaciones, propio de gente motivada o dicho de otro modo muy necesitada. El vendedor ambulante desarrolla habilidades para vender y sobrevivir en la calle al mismo tiempo. Podemos resumir que su negocio consiste en instalarse en los flujos humanos cargados de clientes, con el fin de obtener la máxima eficiencia comercial, con el mínimo capital, salvando para ello todas la privaciones y dificultades que se presenten.
¿QUÉ HACER CON EL COMERCIO AMBULATORIO?
Comercio ambulatorio hay en todo el mundo, la diferencia esta en cómo lo organizan, incluso se puede decir que en algunos lugares es parte de los corredores turísticos. Sin embargo, algunas medidas pueden considerarse dentro de la idea de ordenar el comercio urbano, tales como:

1.       FORTALECER LOS COMERCIOS FORMALES. - Es probable que algunos de los que vemos hoy como ambulantes, sean en comerciantes formales que han decidido salir a las calles, esto debido a las restricciones al comercio formal, desde las propias de la pandemia, como todos los trámites y licencias que se impone al comerciante formal.

2.       MITIGAR LOS RIESGOS. - Ciertamente la pandemia impone riesgos de salud sobre las interacciones humanas, entre ellas el comercio. Y dado que no es posible acabar con el comercio ambulatorio de un día para otro, hay que manejar este riesgo como cualquier otro reduciéndolo y mitigándolo. Para eso hay que poner más baños públicos e imponerles normas de convivencia. Capacitarlos y controlar que cumplan las reglas, antes que solo reprimirlos.

3.       ORGANIZARLOS. - Los ambulantes son un capital humano constituido por personas motivadas, trabajadoras y eficientes. Cuya escasez de capital y falta de oportunidades los lleva a este modelo de negocio. También son anómicos, por eso al organizarlos se puede conseguir de ellos algún nivel de autoregulación.

4.       RECONVERTIRLOS ECONÓMICAMENTE. - Podemos ver al ambulante como un emprendedor, con diferentes carencias. Al estudiarlos debemos encontrar entre ellos a grupos formalizables y capaces de constituir un negocio comercial de mayor tamaño, con algún apoyo. A otros reinsertarlos al mercado laboral gracias a su habilidad en ventas y similares. Y a otros seguramente más capaces, se los puede orientar a emprendimientos económicamente más grandes.

5.       APOYAR LOS EMPRENDIMIENTOS PRIVADOS. – Son los empresarios del sector construcción y comercio los que pueden creer espacios viables para el comercio, y en cierto modo absorber al comerciante informal y entre ellos al ambulante. En lugar de tratar de sacrificar infraestructuras públicas como parques o complejos deportivos que son tan necesarios para la comunidad. Hay que trabajar con los inversionistas privados el desarrollo de zonas comerciales que permitan organizar a los informales.

El tema no es acabar con el comercio ambulatorio o informal, sino ordenar la ciudad, dando a ciertas zonas de la ciudad las condiciones para aglutinar el comercio, de manera rentable y sostenible. Recordemos que el comercio ambulatorio sigue los flujos urbanos, y eso es lo que hay que planificar correctamente.

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